BASES CIENTIFICAS
BASES NEUROLÓGICAS SOBRE LAS QUE SE ASIENTA EL ESTUDIO
LA PLASTICIDAD CEREBRAL
Hasta hace aproximadamente veinte años todos creíamos que el cerebro era un órgano más o menos estático, que nacíamos con un determinado número de neuronas y que esta cantidad fijada, en gran parte por la herencia se desarrollaba de forma muy rápida durante la niñez, para detener este desarrollo en el estado adulto. Esta idea surgió de estudiar el cerebro de las personas que habían fallecido, el cerebro sin acción.
Además también se creía que cuando un grupo neuronal desaparecía por cualquier tipo de enfermedad o accidente, esto quedaba fijado y la desaparición ya no se recuperaba.
La técnica de la que se valía la ciencia hasta ese momento el electroencefalograma, no permitía ver más que una parte de la realidad cerebral.
Hoy gracias a las técnicas funcionales de neuro-imagen se ha podido comprobar que todo esto no es cierto y que el cerebro es un órgano en constante evolución y con capacidad de creación de nuevos cuerpos neurales al menos hasta los 73 años.
Gracias a las técnicas de la tomografía computarizada se han podido observar todos estos movimientos neuronales y fotografiarlos en acción y también se ha estudiado los movimientos cerebrales en los procesos de aprendizaje.
Se ha podido fotografiar a través de estas técnicas que con cada experiencia, con cada aprendizaje, con cada pensamiento, las células cerebrales se reajustan y reorganizan constantemente, siendo los procesos neuronales un proceso muy plástico y modificable a lo largo de la vida.
De este hecho hay, hoy en día, numerosos experimentos, constatables por las técnicas mencionadas, que están cambiando por completo las antiguas concepciones cerebrales, e interpretando cada vez más, que el cerebro, es como los músculos, un órgano que podemos modificar, educar y mejorar si tenemos interés en hacerlo.
Un ejemplo de esta plasticidad neuronal en cuanto a la capacidad de aprendizaje nos los sirven los investigadores Neil Burgess y Eleanor Maguire realizados en la universidad de Londres, dentro de un programa de aprendizaje, del intricado mapa de las calles londinenses.
Se hicieron pruebas a un grupo control, con una ciudad virtual en la que tenían que conducir con diversos obstáculos. Durante la tarea observaron que el hipocampo estaba muy irrigado y que la actividad hipocampal e irrigación aumentaba, a medida que aumentaba la dificultad de la tarea.
Ya que el hipocampo es la zona que registra la capacidad espacial, se prosiguieron los estudios de distintas formas. Otra de ellas fue proponer a los taxistas londinenses algunos trayectos de extrema dificultad con calles cortadas, zonas prohibidas etc., y también se constató que la actividad del hipocampo aumentaba, tanto más cuanto más aumentaba la dificultad de la prueba.
Dentro de este mismo marco de estudio del hipocampo, se comparó el hipocampo de varios taxistas de la ciudad de Londres, con experiencia, con los cerebros de otras personas de la misma edad, no taxistas, con hombres y mujeres en los dos grupos y se pudo observar como los taxistas de esta ciudad, de cualquier sexo, presentaban una zona posterior del hipocampo mucho más desarrollada que la de las personas que no se dedicaban a esta tarea.
Después se examinó el hipocampo de los taxistas más antiguos con respecto a los más jóvenes y se pudo comprobar, que los más antiguos, tenían el hipocampo posterior más grande y que era mayor cuanto mayor era el tiempo que le dedicaban a esta tarea.
Vieron también como en estos taxistas más antiguos, el hipocampo anterior estaba menos desarrollado, que en los del grupo control.
Otro ejemplo de la capacidad adaptativa cerebral al aprendizaje, es la realizada en la universidad de Munster en Alemania, en las que se ha podido comprobar, que la parte del cerebro que procesa el sonido, la corteza auditiva situada en ambos lados de los oídos, en los músicos expertos es un 25% mayor que el de las personas que jamás han tocado ningún instrumento, este experimento lo ha llevado a cabo el neurólogo Christo Pantev.
En los músicos se ha visto que no sólo el oído se modifica en función de la tarea sino que también el sentido del tacto, concretamente la mano, tiene repercusión en el cerebro de estos profesionales.
El funcionamiento del cerebro es contralateral y hay una parte del mismo llamada humúnculo sensorial, ubicado en la corteza sensorio motora, donde está representado todo nuestro cuerpo. La parte izquierda del humúnculo, que se corresponde con la mano derecha, está mucho más desarrollada en músicos que tocan instrumentos de cuerda, que en el de las personas que no tocan ningún instrumento.
Este descubrimiento lo realizó Thomas Elbert de la universidad de Konstanz Alemania.
También se ha visto que para que ciertos cambios cerebrales perduren y se integren, al igual que ocurre con los músculos, deben ser practicados y ejercitados. Es como si el cerebro valorase, y si un contenido no es válido para la vida de esa persona y dentro de la dinámica constante de ahorro energético, el cerebro borra el contenido, mientras que si es válido lo sigue irrigando y manteniendo.
Debido a estos y otros muchos experimentos, se sabe que el cerebro cambia y se adapta a las circunstancias y que su capacidad de aprendizaje conforma estructuras cambiables y particulares que se pueden fotografiar y ver su proceso de conformación. A toda esta capacidad de creación de nuevas estructuras para el aprendizaje se llama neurogénesis.
También se ha visto que el cerebro apenas distingue entre lo que es realidad y lo que es un recuerdo o proyección de pensamiento, ya que las zonas activadas, entre una función u otra son prácticamente las mismas.
Tan claro está esto ya en nuestros días, que a muchos atletas de alto nivel, antes de hacer un ejercicio concreto, se les insta a hacer un trabajo de visualización, de lo que tienen que hacer y cómo hacerlo a fin de que sus neuronas aprenden la función antes de que se realice la acción físicamente y se ha visto que una vez creada la estructura en el cerebro, los resultados son mejores y se generan menos lesiones, que a la inversa, que es como se habían hecho hasta ahora.
Vemos cómo están cambiando las cosas en esta experiencia, hasta ahora se creía que el atleta tenía que repetir la acción una y otra vez hasta que desde el cuerpo se conformase la estructura de aprendizaje en el cerebro, que permitiese el desarrollo de la tarea de forma casi automática.
Ahora por el contrario se les pone a visualizar la tarea para que el cerebro conforme el aprendizaje y pueda crear la estructura. Después de crear la estructura donde ha mapeado el aprendizaje, el cuerpo simplemente cumple la tarea, que ya está instalada en el cerebro, como parte de sí mismo.
Se han presentado pruebas de que el ejercicio mental incrementa por si solo la fuerza muscular en la revista Elsevier Science. En uno de los estudios se observó que los individuos que imaginaban la máxima flexión posible de uno de sus bíceps, aumentaban en un 13,5% la fuerza de dicho músculo en apenas unas semanas y conservaban este aumento de fuerza después de unos meses de haber interrumpido el ejercicio mental.
Las doctoras Uta Frith y Sarah Jayne Blakmore, nos dicen que también se ha comprobado como la ejecución prolongada de la imaginación de ejercicios da lugar a cambios fisiológicos.
En ciertos estudios se ha puesto de manifiesto que personas que simulaban mentalmente ejercicios de piernas incrementaban sus ritmos cardiacos y respiratorios al igual que si estuviesen haciéndolos físicamente.
Estudios realizados por Helen Mayberg y sus colegas de Toronto han revelado que cuando alguien experimenta terapia cognitiva a fin de cambiar sus hábitos de conducta se producen también cambios físicos en su cerebro.
En mi experiencia laboral con el método de “reordenación de la postura” del que también tengo la propiedad intelectual científica internacional y con el que mis alumnos, los posturólogos y yo hemos trabajado con miles de casos durante casi 35 años, he podido comprobar que con los músculos, casi todos mis alumnos aprenden a cómo deshacer las contracturas musculares y que una vez aprendidos, muchos de ellos, sólo tienen que visualizar al músculo ganando en elongación para que el músculo ceda en su contractura y libere a la persona de la presión del acortamiento y de la contractura.
También he podido comprobar, cómo cuando llegan a mí, con una forma corporal a veces muy errónea, ellos creen que son así y esta forma es la que debe estar inscrita en su humúnculo sensorial pues casi siempre es una forma fijada. A veces las ven en sus fotografías, desde la adolescencia o antes, una forma corporal en la que ellos se colocan de manera automática sin que medie su parte consciente para ello.
Al cabo de un tiempo de trabajo, su forma corporal se corrige, aunque tengan más de 60 años y entonces tienen que reaprender de una forma consciente, esta nueva postura hasta que sea una parte inconsciente de sí mismos y ya se coloquen así sin ningún esfuerzo consciente.
Cuando su cerebro ha aprendido la nueva y correcta forma corporal, entonces y sobre todo en los casos de escoliosis, cuando les enseño la fotografía en las que pueden ver cómo vinieron y les coloco en esa forma corporal se horrorizan y naturalmente ya no quieren estar nunca más así.
Es más, incluso ya no pueden estar así, ya que su cerebro ha aprendido y conformado la nueva estructura y ahora es esta nueva formación la que determina la postura y la forma corporal de la persona, de una forma inconsciente lo mismo que sucedía antes, simplemente el cerebro ha aprendido la nueva forma, la ha incorporado y da las órdenes de tensión y distensión a los músculos para estar en la nueva postura lo mismo que hacía antes pero ahora de una forma correcta.
Fue esa capacidad inmensa de aprendizaje del cerebro, lo que me llevó a estudiar, la forma en la que el cerebro aprende y claro, si es posible que el cerebro aprenda una nueva forma corporal, con el consiguiente peso y deformaciones posturales laborales, así como el desafío a las fuerzas de la gravedad y la edad ¡Cuánto más fácilmente aprenderá la integración de un texto o de una lengua!
Se sabe hoy en día, gracias a estos experimentos y muchos más, que en el cerebro en acción, científicamente hablando, el aprendizaje es sólo una cuestión de creación de nuevas redes neuronales que cualquier cerebro sano, puede ejecutar en cualquier momento de su vida. No importa que sea un tema u otro, siempre que se le coloque en un nivel de aprendizaje en el que pueda crear las redes, el cerebro aprende.
En contra de la idea de la inmutabilidad cerebral, ahora sabemos que el cerebro cambia y se modifica con cada experiencia y aprendizaje y se ha visto que ese cambio sigue existiendo después de los 70.
A toda esta capacidad adaptativa y de integración de nuevos contenidos se le llama “neuroplasticidad cerebral”.
Por eso conviene desmitificar algunos estereotipos sociales que hemos creado, en los que nos consideramos incapaces de aprender esto o aquello. EL CEREBRO APRENDE AQUELLO QUE QUERAMOS APRENDER, SI CUIDAMOS LA FORMA DE HACERLO Y ORGANIZAMOS EL APRENDIZAJE A LAS FORMAS NATURALES DE TRABAJO DEL ÓRGANO.
Supongo que a medida que la neurología avance, la evolución en la enseñanza lo hará también, provocando que todos los niños aprendan y que los colegios sean algo más agradables y con capacidad de crear más plenitud en sus vidas.